Recuperar la memoria, recuperar la voz

(IT: Recuperare la memoria, recuperare la voce)

Llevo tiempo trabajando en este post y en lo que ha significado para mí la disociación de las emociones. Un día, una amiga me estaba contando un episodio de vida muy angustioso y doloroso y me lo contaba riéndose, “pero, bueno, no pasa nada” decía…

Me chocó mucho y me dí cuenta de cuánto esto hablaba de mí y de mi forma de quitarle peso e importancia a aquello que me había dolido cuando lo compartía con lxs demás. Fue otra pieza que me aclaró mi experiencia: los abusos sexuales que viví en temprana edad me enseñaron cómo evitar el dolor en todo momento. Paseaba con ese dolor de la mano todo el rato, esto sí, reaccionando como un perro rabioso a todo aquello que, aunque mínimamente, me recordase la traición, la humillación y la vergüenza de esa vivencia, pero nunca me responsabilizaba de ello, con el resultado de que siempre estaba conmigo y, además, conducía mis actitudes y decisiones. 

En mi primer episodio de abuso, cuando tenía 5 años, no entendía lo que estaba pasando aunque sabía que estaba “mal”: mi cuerpo se congeló y yo me desconecte y me quedé pendiente de lo que estaba pasando en el exterior, tenía miedo de que nos vieran. Este cortocircuito fue lo que en ese momento me ayudó a “sobrevivir”, emocionalmente hablando, pero a la vez se volvió un mecanismo de defensa permanente. Por un lado, me ayudó a ser una persona eficaz y eficiente en este mundo material, a aprovechar mi vida a pesar del caos que llevaba dentro (hasta que la enfermedad le puso fin). Pero, por el otro, congelaba toda emoción incómoda quitándole energía a las situaciones de mi cotidianidad. Esto me dejaba el tiempo de racionalizar mis emociones, “entenderlas” y justificarlas o desecharlas, pero no vivirlas. Sin embargo, las emociones en nuestra vida tienen una función propia más allá de la lógica y del entendimiento así que ¡allí me tenías! Llena de rabia y orgullo, de “yo no necesito nada de nadie”, que era la forma en la que había reaccionado a la traición y este era el único estado con él podía identificarme. Y con las emociones, se fueron los recuerdos, no solo los negativos, sino también los positivos, del pasado remoto pero también del reciente porque tanta energía gastada en la negación de que algo tan gordo te haya pasado y que tú estés mal por ello afecta a la forma en la que estás en el presente. Respecto a esto, hace poco encontré esta entrevista que Mireia Chaos le hace a Mario Salvador, un experto en el tema del trauma y de su acompañamiento, dónde él describe de forma clara y sencilla lo que le pasa al cuerpo de personas que han vivido abuso sexual infantil como consecuencia, entre otras cosas, de este mecanismo de disociación y negación (ENCONTRAR NUESTRA ESENCIA EN LA CURACION DEL TRAUMA). Otra lectura que recomiendo y que aclara las repercusiones del abuso sexual y el maltrato infantil en la vida de las personas que lo viven es “La sociedad del abuso” de Mireia Darder.

Cuando me dieron el diagnóstico de mi enfermedad, mi reacción fue muy comedida. Me dedicaba a tranquilizar a mis personas queridas, “que no pasa nada”; por el otro lado, me tomaba unas borrachera que jamás me había tomado y utilizaba estos vacíos de conciencia para escupirle mi veneno a lxs que estuvieran a tiro. Fue a raíz de esto que empecé a trabajar mi conexión con las emociones y a permitirme el dolor, que se me llevara, que me derrumbara, que me dejara hecha un saco de patatas. Fue largo y difícil, lo quiero decir, no es ningún camino de rosas, para nadie, pero allí fue cuando empecé a distinguir y a dar nombre a lo que sentía, a tomar conciencia de mis necesidades. Volvieron los recuerdos y, con ellos, empecé a sentir mucho más el amor y la ternura, dentro de mí y en mi entorno, mi rigidez se hizo más flexible y la coraza más ligera. Recuperar la memoria fue tomar responsabilidad de mi experiencia, de mi historia y de mi ser, lejos del paradigma victimista, tomar conciencia de mí por primera vez sin esa mochila tan pesada. Al mismo tiempo, empecé a trabajar la vergüenza y la culpa de ser, de existir, estados muy comunes en las personas que han vivido abuso infantil, y a poner límites en las relaciones con lxs otrxs desde mi ser más autentico. 

A mi trabajo terapéutico se sumó el cantar. Siempre canté pero no me dejaba escuchar por lxs otrxs y cuando sí, la mínima crítica, hacia quererme soterrar, una metáfora de lo que me pasaba en general con la vida, no atreverme a ser. También, trabajar la voz me pareció el justo antídoto contra el silencio al que me había obligado por 25 años.  Hoy una persona estupenda, que es cantante y maestra, me está acompañando en este trabajo terapéutico a través de la voz (Violetta Curry and her Transformative Voice Work Method). Esto me ha llevado a escribir esta corta nana para mi niña interna dolida que es la que canto en el vídeo. Hoy hay que hacer las paces con ella y perdonar lo sucedido. Esto va para ti, Chicca dolida, hoy puedes descansar porque siempre estaré aquí para escucharte, ya no necesitas gritar. 

Por cierto, la mujer que me acompaña en el vídeo es Valentina Sousa, una de estas personas maravillosas y llenas de talento y creatividad con la que he tenido la suerte de cruzarme en el camino. ¡Gracias Vale!

ITALIANO

Lavoro a questo post da molto tempo, su cosa ha significato per me la dissociazione dalle emozioni. Un giorno un’amica, mentre mi raccontava un episodio di vita molto angosciante e doloroso, rideva: «peró, va bene, non fa niente» diceva…Mi ha scioccato molto vedere questa contraddizione e ho capito quanto questo parlasse di me e del mio modo di sottrarre peso e importanza a ciò che mi aveva ferito quando lo condividevo con gli altri. È stato un altro elemento che ha chiarito la mia esperienza: l’abuso sessuale che ho subito in tenera età mi ha insegnato come evitare il dolore in ogni momento. Andavo in giro con quel dolore per la mano tutto il tempo, questo sì, reagendo come un cane rabbioso a tutto ciò che, anche minimamente, mi ricordasse il tradimento, l’umiliazione e la vergogna di quell’abuso di potere, ma senza prendermene mai la responsabilità, con la conseguenza di averlo sempre con me guidando i miei atteggiamenti e le mie decisioni.

Nel mio primo episodio di abuso, quando avevo 5 anni, non capivo cosa stesse succedendo anche se sapevo che era «sbagliato»: il mio corpo si bloccó e io mi disconnettei anche se ero consapevole di quello che stava succedendo fuori, avevo paura che ci vedessero. Questo cortocircuito è stato ciò che mi ha aiutato a «sopravvivere» in quel momento, emotivamente parlando, ma allo stesso tempo è diventato un meccanismo di difesa permanente. Da un lato, mi ha aiutato ad essere una persona efficace ed efficiente in questo mondo materiale, a trarre vantaggio dalla mia vita nonostante il caos che mi portavo dentro (fino a quando non ha fatto capolino la malattia). Ma, dall’altra parte, questo ha facilitato che io congelassi tutte le emozioni spiacevoli, togliendo energia alle situazioni quotidiane, e che le razionalizassi; grazie a questo meccanismo potevo «capire» le mie emozioni e giustificarle (a volte permettermele) o respingerle, ma poche volte mi permettevo di viverle. Fino a che non sono arrivata a un punto in cui ero piena di rabbia e orgoglio, di «non ho bisogno di niente da nessuno», che era il modo in cui aveva reagito al tradimento e questo era l’unico stato con cui potevo identificarmi. E con le emozioni se ne andarono anche i ricordi, non solo quelli negativi ma anche quelli positivi, perché tanta energia investita nel negare che ti é successo qualcosa di grave e che tu stai male per questo influisce sul modo in cui stai nel presente. 

Quando mi è stata diagnosticata la Sclerosi Multipla, la mia reazione è stata molto contenuta. Rassicuravo i miei cari «che non succede niente»; dall’altra parte, mi prendevo delle sbronze colossali e usavo queste lacune di coscienza per sputare il mio veleno a coloro che mi erano vicini. È stato così che ho iniziato a lavorare sulla mia connessione con le emozioni e a concedermi il dolore, che mi si portasse via, che mi facesse a pezzi. È stato un cammino lungo e difficile, ma è stato allora che ho iniziato a distinguere e a poter nominare ciò che sentivo, a prendere coscienza dei miei bisogni. I ricordi sono tornati e, con loro, ho cominciato a sentire molto più amore e tenerezza, dentro di me e nel mio ambiente, la mia rigidità è diventata più flessibile e l’armatura più leggera. Recuperare la memoria significava assumermi la responsabilità della mia esperienza, della mia storia e del mio essere, lontano dal paradigma della vittimia, e prendere coscienza di me stessa per la prima volta senza lo stigma dell’abuso. Allo stesso tempo, ho iniziato a lavorare sulla vergogna di esistere e sul senso di colpa, stati molto comuni in persone che hanno subito abusi durante l’infanzia, e a porre limiti nelle relazioni con gli altri d’accordo col mio essere autentica.

Il canto é stato un altro passo del mio lavoro terapeutico. Sempre ho cantato ma non mi lasciavo ascoltare dagli altri e, quando lo facevo, la minima critica mi faceva venir voglia di seppellirmi, come nella vita non osavo manifestarmi. Lavorare sulla mia voce, oltretutto, mi sembrava il giusto antidoto al silenzio a cui mi sono obbligata per 25 anni. Oggi una persona meravigliosa, cantante e Maestra, mi accompagna in questo lavoro terapeutico attraverso la voce (Violetta Curry and her Transformative Voice Work Method). Questo mi ha portato a scrivere una breve ninna nanna per la mia bimba interiore ferita che è quella che canto nel video. Oggi devo fare la pace con lei e perdonare quello che è successo. Questa é per te, Chicca, oggi puoi riposare perché io sarò sempre qui ad ascoltarti, non hai più bisogno di urlare.

A proposito, la donna che mi accompagna nel video è Valentina Sousa, una di queste persone meravigliose, piene di talento e creatività, che ho avuto la fortuna di incontrare nella vita. Grazie Vale!

3 respuestas a “Recuperar la memoria, recuperar la voz

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  1. Que bonito crecimiento personal Franchesca , duro y largo però cuando se mira atras y ves como te sientes , que as sanado muchas cosas y puedes vivir en Paz , que bien te sientes .

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